Entrevista #3: Thaya Mirinda Dinkel, Voluntariado Madagascar

Thaya Mirinda Dinkel

Thaya Mirinda Dinkel

Graduada en Ciencias del Mar, y cursando el Máster Universitario en Gestión pesquera sostenible en la Universidad de Alicante, hoy presentamos a Thaya Mirinda Dinkel.

En esta entrevista conoceremos un poco sobre su recorrido por sus estudios y cómo a veces dudar sobre el camino que quieres seguir te lleva a destinos de lo más interesante.

En este caso, nos hablará sobre su experiencia en la jungla de Madagascar y su trabajo durante 3 meses con el Lémur de collar blanco y negro (Varecia variegata).


GNature: Para comenzar nos gustaría saber algo más de ti, ¿cómo te llamas y de dónde eres?

Thaya Mirinda: Mi nombre es Thaya Mirinda y tengo 23 años. Mi nacionalidad es suiza, aunque he pasado toda mi vida en España, más concretamente en Benissa (Alicante). Soy oceanógrafa, y estoy estudiando actualmente un máster en gestión pesquera sostenible en Alicante.

GN: ¿En qué momento y cómo nace la inquietud por el estudio de la naturaleza y el mundo que te rodea?

Probablemente desde que tengo uso de razón. Crecí en un entorno muy natural y cercano al mar; me he criado jugando entre el jardín y las olas, lo que ha hecho que desde una temprana edad me preguntara cómo interaccionaban ambos medios y las dificultades que tenían para preservar su estado natural ante la presión del ser humano. Pero además de ello, desde que nací soy vegetariana, y durante años he sido la única en mi entorno. La continua confrontación con personas a mi alrededor que no compartían mis hábitos me han hecho cuestionarme mis propios valores y querer saber más sobre la realidad del mundo animal y contrastarla con mi visión de él.

GN: Sabemos que has estudiado Ciencias del Mar… ¿Cuándo decides que quieres dedicarte a ello? ¿Y dónde estudias para lograr tu objetivo?

T.M: Al haberme criado cerca del mar siempre he tenido un vínculo especial con el; desde pequeña ya jugaba en la playa imaginando que las rocas eran ballenas sobre las que montar, y a una temprana edad comencé a hacer snorkel con mis padres, descubriendo así un poco más el mundo submarino. Tras estas experiencias mis padres me contaban que cuando ellos llegaron a España la cala en la que nos bañábamos estaba llena de estrellas de mar, caballitos de mar y toda clase de peces. En la actualidad, la mayoría han desaparecido, y desde entonces quise aportar mi granito de arena para tratar de recuperar estos ecosistemas. Comencé mi formación buceando y adquiriendo el título de Buceadora de rescate. Esto lo enlacé con la carrera de Ciencias del Mar, que cursé en Alicante, con una estancia de intercambio en Sao Paulo (Brasil). Esta última fue la que posteriormente me animó a trabajar en países en vías de desarrollo.

GN: Una vez terminada la carrera, ¿cuál es tu siguiente meta?

T.M: En la actualidad estoy cursando un Máster Universitario en Gestión pesquera sostenible con la idea de aprender todo lo posible sobre este mundo para aplicarlo a una conservación adecuada de los recursos marinos. Mi especial interés está enfocado a especies vulnerables a capturas accesorias, es decir, especies que son capturadas de forma no intencionada, especialmente tiburones, rayas, tortugas, delfines y aves.

GN: Ahora vamos a pasar al principal interés de esta entrevista; durante el año concurrido entre la carrera y el máster realizaste varios voluntariados. Más concretamente, colaboraste en un proyecto de investigación de comportamiento y distribución del Lémur de collar blanco y negro (Varecia variegata) en Madagascar. ¿Puedes contarnos qué te llevó a realizar esta estancia si estás especializada en el medio marino?

T.M: Una vez finalizada la carrera me cuestioné si era el mundo marino a lo que me quería dedicar exclusivamente; tras mi estancia en Brasil conocí una multitud de ecosistemas con su respectiva fauna que me llamaron ciertamente la atención. Pensé que por especializarme tan rápido podría perderme conocimientos y experiencias muy interesantes. Además de ello, quería averiguar si mi mundo era el de la investigación pura, como este proyecto, o más enfocado a la interacción con la fauna, como lo pudieran ser tareas de rehabilitación. Es por ello que, tras una exhaustiva búsqueda, encontré este proyecto y decidí lanzarme a la piscina y probar suerte.

GN: ¿Qué labores realizabas durante tu estancia en Madagascar?

T.M: El proyecto era puramente científico; se trataba de investigar el comportamiento de esta especie de lémur en su hábitat natural ya que es una especie amenazada. Para ello, se realizaban monitoreos diarios a lo largo de 6 horas diarias de diferentes ejemplares. Se anotaban datos de comportamiento siguiendo un etograma, como por ejemplo descanso, desplazamiento, acicalamiento, reproducción, alimentación, etc. Además, estudiabas su distribución y las especies de árboles en las que se encontraban, alimentaban y, sobre todo, el tamaño de dichos árboles. Toda esta información era recogida en bases de datos y enviada a MADAGASCAR Biodiversity partnership.

GN: Además de estudiar los lémures, ¿hacíais alguna actividad más relacionada con la conservación?

T.M: Como hemos dicho anteriormente, las especies de árboles en los que habitaban los lémures tenían una gran importancia. Los lémures parecían mostrar preferencia por árboles de gran envergadura y grosor; una vez estudiadas las localizaciones de dichos árboles sería interesante limitar las zonas en las que se encontraban para conservar estos nichos, pero debido al estado del país y sus poblaciones es difícil priorizar la conservación.

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Vistas de la jungla de Madagascar.

Es por ello que el proyecto está vinculado a otro que consiste en reforestar zonas para que se asemejen a su hábitat natural. Los ecosistemas deteriorados en estas últimas décadas por la implementación de cultivos intensivos dedicados mayoritariamente a la exportación de sus bienes están siendo regenerados gracias a la información obtenida mediante esta observación.

GN: Ya que me hablas de la población local, ¿de qué modo tratarías de involucrarla en un proyecto de conservación?

T.M: En este caso, los guías que nos ayudaban a localizar los lémures eran locales de las áreas, por lo que en cierto modo estaban integrados en los proyectos. Esto conllevaba a la generación de puestos de trabajo y a la difusión de conocimientos por ambas partes que a nosotros nos hacían conocer de primera mano como funcionaba su país y nosotros tratábamos de ayudarles a valorar con otra perspectiva su entorno natural. A su vez, se intentó montar un sistema de visitas en las que, más que la importancia turística, el interés era que la población se concienciara de que tiene un recurso único en todo el mundo, ya que los lémures solo existen en Magadascar; esto puede suponer una fuente de ingresos mucho más importante en el futuro, debido al aumento del ecoturismo en la actualidad.

GN: Muchas gracias por la entrevista. Para finalizar nos gustaría que tuvieras unas palabras con esas personas que como tú y muchos otros, están intentando seguir su curiosidad y convertirlo en su forma de vida. ¿Podrías indicarnos, además, por qué consideras importante hacer voluntariados o estancias de prácticas?

T.M: Muchas gracias por darme la oportunidad de expresar mi experiencia y hacerla llegar a futuras y futuros exploradores del mundo como yo. Definitivamente hacer voluntariados ha abierto mi mente desde muchos puntos de vista. No solamente descubres nuevos sitios y culturas, lo cual es extremadamente enriquecedor a nivel personal, si no que aprendes a trabajar con diferentes personas, en diferentes circunstancias y de una manera altruista. En muchas ocasiones puedes llegar a cuestionarte por qué estás haciendo ciertas cosas, pero, en el fondo, el hecho de ser voluntario te permite tener la libertad de decir «lo puedo dejar cuando quiera» y esto te libera de la presión y permite que igual aguantes y experimentes incluso más de lo que harías de normal, superando tus límites personales.

Es una manera excepcional de vivir experiencias que en circunstancias normales no tendrías la oportunidad de vivir (como acampar 3 meses en medio de la jungla, perdida), y de conocer diferentes especies y hábitats y averiguar un poco qué es lo que te interesa realmente. Además aportas algo a causas en las que crees, como en mi caso a la conservación de especies amenazadas. Das una parte de ti a algo más grande que te apasiona, y esto te alimenta y te hace crecer como persona.

Y finalmente me gustaría añadir algo que aprendí al volver de mis estancias fuera y lejos de casa. Son oportunidades preciosas, pero hacer voluntariados no tiene por qué suponer irse a otra parte del mundo, porque en todos los sitios se puede encontrar cosas en las que trabajar, cosas que mejorar y proyectos en los que merece la pena implicarse. Puede ser un refugio cercano que necesita ayuda, puede ser preparar una presentación de divulgación para una escuela u organizar una recolecta de basura en vuestra playa preferida.

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