El Delta del Ebro: un accidente geográfico de 5 estrellas

Las vacaciones de Pascua dan para mucho y esta vez parte de nuestra tripulación se ha dejado caer por otro delta muy singular: El Delta del Ebro.

Declarado Parque Natural hace 35 años, este accidente geográfico forma parte de la desembocadura del río Ebro, localizada en la provincia catalana de Tarragona, entre las comarcas del Bajo Ebro y del Montsiá. Los sedimentos que aporta el río Ebro, uno de los más caudalosos del territorio español, desde los Pirineos, el Sistema Ibérico y la Cordillera Cantábrica son los responsables de dar origen a un extenso humedal de 7.736 hectáreas. Considerado el tercer mayor delta del Mediterráneo y el segundo hábitat acuático más importante después del Parque Nacional de Doñana, el Delta del Ebro pertenece a los llamados «Sitios Ramsar«, presenta la ya conocida figura de protección ZEPA y supone una estación de repostaje para los miles de aves que la utilizan en sus rutas migratorias.

Comenzando por la laguna más grande del Delta, la Laguna de la Encanyissada, un «boom» de aves se dejaron observar alcanzando un total de 30 especies, sin contar la gran cantidad de pequeños paseriformes que se escondían entre el carrizo. Esta gran laguna de 1.192 hectáreas nos dio la bienvenida a sus dominios con un pequeño inicio de cortejo de una pareja de Somormujo lavanco (Podiceps cristatus), todo un espectáculo de curiosos movimientos dignos de ver. Las acrobacias de las golondrinas, aviones y vencejos tampoco faltaron en nuestro recorrido bordeando la laguna, pero sin duda alguna el protagonismo se lo llevaron una entretenida lucha de rapaces (Lagunero VS. Calzada), un dúo de elegantes fumareles cariblancos (Chlidonias hybrida) y una simpática Cerceta carretona (Anas querquedula), sin olvidar zancudas, limícolas y acuáticas comunes de estos hábitats.

Más tarde, decidimos visitar las antiguas salinas de Sant Antoni y la Laguna de La Tancada, la segunda más grande del Delta del Ebro. Esta vez el número de especies observadas fue algo menor, 26, sin embargo, lo más interesante del recorrido fueron los espectaculares flamencos (Phoenicopterus roseus), la gran cantidad de limícolas y las colonias de gaviotas (destacando la pequeña Gaviota picofinaChroicocephalus genei)  que se dejaban ver de cerca en las salinas, y los dos grandes observatorios de fauna distribuidos alrededor de la laguna. Un interesante punto de parada obligatorio a realizar si os dejáis caer por esta reserva natural.

Al día siguiente, las condiciones climáticas no quisieron acompañarnos y con un cielo encapotado que presagiaba algo de lluvia, decidimos poner en marcha la furgoneta en dirección a la Punta del Fangar con la intención de «pescar» alguna que otra curiosa ave marina. Iniciando nuestro camino en la playa de la Marquesa, recorrimos gran parte de esta pequeña península de arena, bordeando las áreas de nidificación establecidas dentro del período de cría (desde el 1 de abril hasta el 15 de agosto), en dirección a su famoso faro. Aunque el día no acompañaba y no observamos más allá de gaviotas a ras del agua, pudimos apreciar la gran belleza de los inmensos arenales que predominan en la zona dotando a este espacio protegido de un alto valor ecológico gracias a los sistemas dunares mejor conservados del litoral catalán.

Para ponerle fin a esta visita express a las tierras altas del Levante peninsular, visitamos una última zona del Delta del Ebro conocida como El Garxal, una laguna situada en la parte izquierda de la desembocadura del río Ebro en la que se refugiaban un sinfín de anátidas y alguna que otra rapaz. Lo más destacable de la zona fueron la serie de observatorios faunísticos que encontramos a nuestro paso por el sendero, los cuales finalizaban en un alto zigurat (torre escalonada) desde donde se mostraban unas espectaculares vistas a la desembocadura y al Mar Balear. Sin embargo, lo que más nos sorprendió no fueron las vistas, sino el alto número de simpáticos gorriones (Passer domesticus) que entraban y salían del interior del zigurat donde habían dispuestos sus nidos entre las vigas de la estructura que habían escogido para criar a su progenie.

Sin lugar a dudas, una visita muy recomendable para añadir a vuestro listado de rincones singulares. El Delta del Ebro ya forma parte de nuestra lista personal, pero las dosis de volver a por una segunda parte siguen rondando por los «cocos» de GNature. Así que, no lo dudes y déjate llevar por todos los rincones singulares que estén a tu alcance.

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